Así será el clima de 2030
Una herramienta digital permite identificar qué lugares del mundo tienen hoy las condiciones climáticas que sufrirán otras ciudades en 2030.
Rosalia Shemdoe, agricultora de Tanzania, que realizó un intercambio a un barrio a 1.000 kilómetros de su casa para aprender cómo otras comunidades están enfrentando el cambio climático que le esperará a ella e 2030. /Neil Palmer-CIAT
Rosalia Shemdoe tiene 55 años. Trabaja en el pueblo de Yamba, distrito de Lesotho, al norte de Tanzania, y el año pasado regresó del viaje más largo que jamás haya emprendido: con otros agricultores de su comunidad llegó hasta Mbinga , un barrio a más de 1000 kilometros de distancia de su casa.
Esta mujer, madre soltera de seis hijos, ha visto cómo en los últimos años la cantidad de alimentos e ingresos para su familia han disminuido, problema que atribuye a los patrones climáticos impredecibles y a la reducción de la productividad de sus tierras.
La travesía de Rosalia a Mbinga le mostró cómo sería su granja en el futuro: en este lugar, lejos de su tierra, había una crisis de alimentos y una sequía mucho más agudas que las que ella experimentaba y, peor aún, según el análisis de científicos, esas serían sus condiciones en 20 años si no buscaba alternativas a sus prácticas agrícolas y uso de recursos naturales.
Esta experiencia hace parte de una serie de intercambios que propicia un equipo de científicos del Centro Internacional de Agricultura Tropical (CIAT), en Palmira (Valle), el cual, en colaboración con el Instituto Walker para Investigación de Sistemas Climáticos y la Universidad de Reading (Inglaterra), diseñó una herramienta digital capaz de conectar climas del presente y el futuro que son estadísticamente similares.
La herramienta, a la que cualquiera puede acceder mediante el portal web Climate Analogues, primero selecciona un lugar de interés, detecta similitudes pasadas, presentes o futuras de temperatura, precipitación y suelos en otros lugares del mundo, y muestra los resultados en un mapa interactivo.
La herramienta, a la que cualquiera puede acceder mediante el portal web Climate Analogues, primero selecciona un lugar de interés, detecta similitudes pasadas, presentes o futuras de temperatura, precipitación y suelos en otros lugares del mundo, y muestra los resultados en un mapa interactivo.
Una vez identificados los sitios análogos, gobiernos interesados, científicos y comunidades pueden seguir investigando para determinar qué medidas deben tomar frente al cambio climático que les espera y cómo podrían verse afectadas la agricultura y el avance de las enfermedades, por ejemplo.
Rosalía tuvo la oportunidad de participar en la primera visita de intercambio para ver exactamente lo que podría esperar del futuro y, mejor aún , para aprender cómo los agricultores en otras zonas ya están haciendo frente a su clima, como los hoyos "Matengo" en el distrito de Mbinga , una estrategia utilizada allí para evitar que la lluvia destruya el suelo en pendientes pronunciadas . Los pozos actúan como trampas de sedimentos que tienen hierbas verdes, por lo tanto, se previene la erosión y se proporciona una fuente de nutrientes para la temporada siguiente de cultivos.
Cambio climático, una amenaza para agricultura colombiana
Como en Tanzania, muchos de los efectos del cambio climático se están viendo en Colombia. Chase Sova, investigador del CIAT y candidato a doctor del Instituto de Cambios Ambientales de la Universidad de Oxford, explica que el país se enfrenta a las amenazas de la erosión costera tanto en su costa Caribe, como en las del océano Pacífico. Mientras tanto, dice, el derretimiento de los glaciares que está afectando el suministro de agua es causa de la degradación de los suelos en las laderas andinas.
“Por ejemplo, la producción de banano, arroz, maíz, soya, frijol, árboles frutales y, particularmente, del café, ha caído significativamente en los últimos años”, dice Sova, y añade que los productores agrícolas de pequeña escala serán los más afectados, ya que tienen poco capital para apoyar los cambios en las prácticas de producción y gestión que vienen con las nuevas condiciones de clima y suelos.
Adicional a esto, las zonas rurales de Colombia son también el hogar de una inmensa biodiversidad, por lo que el cambio climático y la creciente industrialización, además de un creciente sector de los biocombustibles (maíz y caña de azúcar base) serán una amenaza para esos recursos. “Esto puede conducir a un mayor riesgo de los recursos fitogenéticos (semillas), en particular, de las variedades locales cultivadas y silvestres de árboles frutales y muchos parientes silvestres de cultivos como la yuca silvestre, frijoles, papa y tomate por ejemplo”, concluye.
Por su parte, Julián Ramírez-Villegas, también del equipo de científicos del CIAT, menciona que es importante notar que los cambios en disponibilidad causados por el cambio climático probablemente causarían cambios en precios que afectarían el acceso a los alimentos y, por lo tanto, incrementar la vulnerabilidad y los niveles de hambre y malnutrición: “Dado que la variabilidad climática también se ha proyectado va a incrementarse durante el siglo 21, esto evidentemente afectaría la estabilidad del sistema alimentario a nivel local, nacional y global”, resalta.
De otro lado, Ramírez-Villegas llama la atención sobre el hecho de que en la actualidad a Colombia se le dificulta emitir una respuesta ágil a los eventos extremos, como el fenómeno de La Niña y El Niño: “Tratamos de responder cuando ya es tarde y por eso el sistema agropecuario sufre cada que se presenta un evento de estos. Si estuviéramos más preparados para estos eventos entonces estaríamos mejor preparados para enfrentar el cambio climático”, dice.
Asimismo, según explica, Colombia requiere mejorar la base académica del análisis del cambio climático, por ejemplo, en programas de maestría en ciencia física de cambio climático, impactos y adaptación. “Algunas universidades están, notablemente, ya empezando a introducir cursos electivos o de núcleo que de alguna manera tocan este tema, pero no hay duda de que una mejor formación académica dará al país muchos mejores elementos para responder a los retos y/o amenazas del cambio climático”, concluye.
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